18 de diciembre de 2014

AL RELENTE



Hoy me apetecía escribirte algo. No todo iba a ser pedir y pedir. Puede ser que, ya que estás en cada uno de nosotros, sean demasiadas las veces en que damos por hecho que el simple deseo será satisfecho por tener al amigo tan cerca. Como la pelea diaria por la vida va mostrando que eso no es tan fácil, hoy se me ha ocurrido que no sería mala cosa darte algo yo, aunque sea por una vez. También puede ser que pienses que te hago la pelota, mientras le doy al de la mirada limpia lo que tanto hace que le debo. Pues seguro que algo hay de todo, amigo mío.





Aunque seguro que tu manejas mejor información, te voy a contar como veo yo que van a ir las cosas. Todos los años me pasa lo mismo. Llegando estas fechas, me pongo a pensar en la ansiada espera de tu llegada. Por cierto, que estuve en Belén, y ya fue mala suerte que os cogiera la nieve aquel día. Creo que por allí nieva poco, tirando a nunca. Pero así tenía que ser, con frío, y al relente. Sabemos que venías bien recomendado, pero se ve que no estaban allí arriba por ponerte fáciles las cosas. Aquella espera cuajada de pastores y magos, aquella fiesta mesiánica te la repitieron a las puertas de la ciudad santa treinta años, mal contados, después. Y ya ves, estás encima de la borriquita paseando por El Salvador, sintiéndote el Rey de Reyes, con aclamación general, y a los cuatro días sudando sangre por la Plaza de los Carros. Y los amigos aprovechando el olivo para echar la siestecita.

No. No te pusieron fáciles las cosas. Nadie lo hizo. Esos soldaditos romanos que no faltan en el nacimiento que hoy se instala en cada casa, tuvieron hijos, que también se alistaron en las legiones, y por no hacer daño, diremos que, en su destino de la Judea, sólo se portaron regular contigo. Y de entre los de tu equipo, alguno te negó, alguno desconfió, y a otro lo vieron por Santiago haciendo del beso el gesto más mezquino.

Mientras, esa madre que te mira orgullosa en el portal, no sabe qué clase de destino le está escrito a su dolor inconsolable. Y desde la Puerta Jerez a la del Sol, los vecinos ven sus mil caras de la desolación y el desgarro. Quizás alguna vez consigamos que el estar con Ella, durante tu martirio, arranque una imposible sonrisa de la Amargura absoluta. Fíjate, hay hasta quien dice que le pareció adivinársela allá por el Arco. No sé.

El caso es que la liaste buena, amigo. Que se te echa de menos en este lío que nos ha tocado vivir. Que aunque estás, porque yo sé que estás, no puedes repartir tanto pan como hambre hay. Y para colmo, hay mucho desgraciado que sólo quiso oír la parte del vino.

Que naciste con mal tiempo, y que expirando, volviste a empapar a los tuyos y a los curiosos. Por cierto,eso fue el Viernes, verdad? Sí. Seguro. Por el Patrocinio hay un Cachorro de ida y vuelta que bien lo sabe.


Viniste desnudo y del frío, y aunque lo mejor estaba por llegar, te fuiste despojado de tu ropa y en la tormenta que llamaron tus ojos cerrados. Al relente.

Diego Bernal Cerquera

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