23 de diciembre de 2010

COLABORACIÓN LITERARIA: "FALTA TANTO"

Una nueva colaboración literaria de nuestro querido contertulio Diego en las visperas de la nochebuena. Que lo disfruten.

FALTA TANTO

En la reposada luz que anuncia los grandes momentos, se instala la esencia ansiosa de los incólumes guardianes del templo. Ahí nos gusta estar. Pero cuánto falta. La espera es desesperación, cuanto más se intuya la meta. Hace unos días leí a uno de los grandes. Hablaba de la primavera anunciada por Santa Lucía, y en brotes de flor, cuya forma y aroma no podremos disfrutar más que en su privilegiada cabeza. Remedo una de sus grandes obras, y afirmo, ojalá.
De la necesidad haremos virtud, y buscaremos lo que no se encuentra más que en el afán de lo auténticamente bello. Pero falta tanto. Ya sé que el optimista tocará mi hombro decaído, y susurrará promesas de calores de cuerpos y almas, de reencuentro con la legitimidad del Hijo de Dios sobre claveles, de pateos nerviosos de cascos en el patio de caballos,  o de un abrileño tablao, acompañando al glorioso palmero de Triana. Pero falta tanto. Sinfonía de tardes invitando a pasearlas, de mañanas gloriosas pletóricas en su luminiscencia, y de noches, ay que noches, que en unas malas, sólo piden echarse una rebequita. Los días, que desafiantes al minutero se prolongan por encima de las mejores expectativas. Y en los que la memoria se sumerge en otros iguales, en los que fuimos tan felices. Cuánto, Dios mío, cuánto falta.
Arrastrar el recuerdo, por el imperioso encargo de entregarlo en mano, sólo cuando aquel azahar no sea la mejor parte del hombre bueno, y sean capaces de atraparlo los sentidos. Mientras, reclusión mayor en los duros cuarteles del invierno. Atrapados en la espesa y permanente nevada del querer, y no poder. Quiero el oro, sobre azulado paño, que tendré cuando levante la vista, sigo sin enterarme lo que es la mirra, y lo que no perdono es el incienso… Pero falta tanto.
Esta carrera merece el pleno esfuerzo. La meta es volver a sentir potentes latidos de juventud rescatada, sentir la redención de sabañones del alma, el deslumbramiento en limpias miradas a limpios cielos, la solvencia del mejor capital, aún sin dinero, sentir hervores de la sangre, sentir el redoble desde el fondo del pecho, sentir, sentir, sentir…
La ciudad aquietada, también espera. Sus muros no tiemblan, pero sólo por orgullo secular. La ciudad sabe, por vieja, lo que nosotros sólo presumimos. El helado sendero terminará el día de la mejor sonrisa. Ella espera, como la bella bajo palio que hace unos días se bajó un ratito del camarín, para arroparnos un poquito en este camino que tanta vida cierta dará en su mejor destino, como congelará nuestros pies hasta hermanarnos con la implacable desesperanza.
Que sí. Que ya lo sé. Que ya queda menos. Pero qué frío tengo. Y falta tanto…

DBC

3 comentarios:

Joaquín dijo...

Diego, espléndido, como siempre.
Se puede Expresar mejor?

Alberto dijo...

Por fin has vuelto, ya tenemos para calmar un poco el ansia de la espera.... Gracias

GGA dijo...

Diego, ¿cómo osaría yo contradecir a mi maestro? Una prosa soberbia, soberbia, pero, ¿de verdad qué nadie lo ve? ¿es que no veis los síntomas de lo que ya va llegando, el triunfo de la luz?

¿Estáis todos ciegos, sordos? Dios mío...