Hermano Mayor y Junta de Gobierno
de la Antigua e Ilustre Hermandad del Stmo. Sacramento, María Santísima de las
Nieves y Ánimas Benditas del Purgatorio, y Pontificia y Real Archicofradía de
Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, Nuestra Señora de Loreto y
Señor San Isidoro, hermanos en Cristo.
Sr. Presidente y demás miembros
de la Junta Directiva de la Tertulia
Cofrade “A pulso”, contertulios y amigos.
Un cartel, sea cuál sea su
objeto, y ya consista en una obra pictórica o, como en este caso, fotográfica,
pretende sin duda ser una manifestación artística bella, estética; pero debe
aspirar a algo más: a llamar a los sentidos, las conciencias o los sentimientos, rememorando vivencias y
despertando ansias de participar o conocer lo que está por venir, y es objeto
de su anuncio.
Para ello, ese aldabonazo en imágenes que constituye un cartel tienen
que aprehender la esencia, que según definición académica es “aquello que constituye la naturaleza de las
cosas, lo permanente e invariable de ellas”. Claro está que sólo los
iniciados y los conocedores, por el constante ejercicio del amor, la devoción y
la diaria dedicación, pueden alcanzar la exacta medida de esa naturaleza, muy
especialmente cuando de servir a Dios y a su Sagrada Imagen se trata, como es
el caso de nuestras Hermandades y Cofradías.
Pero aún los extraños podemos
soñar con destilar la esencia de una devoción, y modestamente disfrutarla y
mostrarla, como hace en este cartel, que ya es vuestro, nuestro amigo y contertulio Daniel González
Zafra.
Sé que esta pretensión se puede antojar osada
y difícil, y aún más a los ojos de los que hacen de esa devoción y de su
servicio una forma de vida, de ser Iglesia y de dar testimonio de Fé en nuestro Salvador y su Santísima Madre,
pero creedme si os digo que los que asistimos atónitos cada Viernes Santo a la
Tercera Caída de Nuestro Señor Jesucristo, lo conocemos así, vencido sobre sus
altísimos monte y canasto dorado, asistido del auxilio perfecto de Cirene, y amorosamente
velado por el incienso que le ofrendan sus hijos de San Isidoro.
Y es que esta foto, quizás imperfectamente,
refleja para los que no tenemos la suerte de ser hermanos de San Isidoro, la
esencia de vuestra Cofradía, la cual, a su vez, es esencia de una bellísima,
solemne y perfecta forma de rendir culto público a nuestro Señor; esto es,
constituye San Isidoro lo permanente e invariable de una manera de ser en la
Semana Santa, totalmente distinta, por auténtica, a todas las demás.
En tiempos en que
desgraciadamente prevalece lo accesorio sobre lo fundamental, lo superfluo
sobre lo profundo, en que es vanagloria un estreno constante, un alarde musical
pretendidamente innovador, un mayor recuento de insignias o nazarenos, una
coreografía de andares, o incluso un itinerario o preeminencia de paso, vuestra
Cofradía de San Isidoro es, para los que la presenciamos en la Jornada
Crepuscular del Viernes Santo, un bálsamo que te reconcilia con nuestra Semana
Santa.
Su forma de transitar ante la
mirada cansada de la ciudad el Viernes Santo, solemne por profunda y bellamente
desnuda de todo lo que no sea esencial para dar público testimonio de Fe y
devoción a sus Sagradas Imágenes; su elegancia discretamente decimonónica, como
comprimida entre su Cruz de Guía y el Preste, que pasa envolviendo en recogimiento,
como en incienso, a sus Sagrados Titulares, quizás no sea flor de este tiempo;
pero precisamente por ello, es esencial, porque constituye la naturaleza de una
forma sevillanísima de acercar a Dios a los que lo esperan, entroncando con lo
que de permanente e invariable hay en nuestra Semana Santa.
Así quiere representaros este
cartel, y así os lo traemos, como pequeña muestra de agradecimiento a vuestra persistencia
en no cambiar nada, y a la vez cambiarlo todo, para que todo sea igualmente bello que ayer,
como hace 50 o 100 años, como la Semana Santa que fue, es y será, la de todos
los que la amamos, indestructible por sencilla
y a la vez elegante, invariable por auténtica, como San Isidoro.
Muchas Gracias.
En la Casa Hermandad de San Isidoro, a
17 de febrero de 2016.
José
Luis Chaves Gentil.
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